En marzo de 1991, María Laura S. (abogada de 26 años) denunció en la justicia que desde hacía ocho años recibía llamadas anónimas en el teléfono de su hogar, en las que un acosador le decía obscenidades y la amenazaba. La investigación judicial determinó que quien la llamaba era el fallecido fiscal Natalio Alberto Nisman.
Acoso y relatos pornográficos
La Revista Noticias publicó hoy una nota de Rodis Recalt donde relata que en marzo de 1991, María Laura S., una abogada de 26 años, denunció que desde hacía ocho años recibía insistentemente llamadas anónimas que impedían el uso de su línea telefónica hogareña ya que quien realizaba los llamados se negaba a cortar la comunicación y el teléfono de la casa quedaba bloqueado.
El acosador, además de amenazarla, le decía obscenidades de todo tipo. Entre las descripciones del hombre había una insistente obsesión con la genitalidad y el tamaño y la firmeza de su pene.
Muchas transcripciones resultan irreproducibles por el relato pornográfico de quien entonces llamaba con insistencia a la joven abogada.
María Laura solicitó la intervención de su línea telefónica para poder demostrar el contenido agresivo y violento de las llamadas. El juez federal a cargo del caso fue el hoy camarista Martín Irurzun, quien entonces era titular del juzgado Federal Nº 5. El fiscal era Gabriel Cavallo, que luego fue juez federal y hoy ejerce la profesión de abogado particular. El juez Irurzun ordenó la intervención telefónica de la línea de la víctima.
En julio de 1991 recibió las primeras planillas de escuchas, junto a varios cassettes. La causa continuó, pero había un problema: en 1991 aún no existía el delito de acoso sexual o el de hostigamiento. Por lo tanto, terminaron investigando un entorpecimiento de las comunicaciones telefónicas, porque quien llamaba dejaba su teléfono descolgado luego de las comunicaciones y bloqueaba.
En el expediente se comprobó que las llamadas se hacían desde la casa del padre de Alberto Nisman y que la voz era del fallecido fiscal, quien entonces trabajaba en los tribunales de Morón.
La causa prescribió, pero quedaron los registros. En el libro “¿Quién mató a Nisman?” del periodista Pablo Duggan se pueden leer algunas de las transcripciones. La gravedad de las grabaciones era tal, que, en aquellos años, dos jueces intentaron mediar con el fiscal Cavallo para que “ayude” a Nisman a salir airoso de esa situación. Cuando Cavallo les hizo escuchar las grabaciones, pidieron disculpas y se retiraron.
Quizás esta fue la causa de la tragedia. Imaginemos a J. Stiusso amenazando al fiscal con hacer público todo esto.