Al tiempo que el Papa Francisco llama la atención sobre el poder de la comunicación calumniosa, ya está en las gateras la nueva ola negra (o tal vez naranja) que se está gestando. Amparándose en el recorte de gasto público solicitado por el FMI, de un día para el otro apareció en agenda la separación de la Iglesia y el Estado, para que el gobierno deje de pagarle a estos “rebeldes de sotana” sus sueldos, al tiempo que se da inicio a una campaña de apostasía colectiva. Si bien el proyecto fue presentado desde Cambiemos, la fuerza de choque será nuevamente el progresismo empujado a la calle a luchar por las premisas duranbarbescas.
Cuando el Papa Francisco, los curas villeros y los curas en opción por los pobres, se alzan en defensa de los mas humildes y endurecen sus críticas contra el gobierno de Cambiemos, mágicamente aparece en agenda la separación de la Iglesia y el Estado.
En la última presentación de Marcos Peña en el Congreso, desde el Bloque Evolución liderado por Martín Lousteau, la diputada Carla Carrizo fue la encargada de abrir la puerta con sus muy específicas preguntas, para que el Jefe de Gabinete hiciera público cual es el monto anual asignado a sostener el culto católico en nuestro país este año. De acuerdo al Jefe de Gabinete, la cifra asciende a $130.421.300, destinado a abonarle a los Obispos Diocesanos una remuneración de $46.800, a los Obispos Auxiliares $40.950, a los Obispos Eméritos $40.950, y a los administradores apostólicos y diocesanos $46.800.
Extrañamente no hubo preguntas respecto a exigirle a los jueces que tributen Ganancias. Teniendo en cuenta que en la Administración Gubernamental, el presupuesto mas alto es el del Poder Judicial, donde el Estado invierte $34.189.029.854 para sus 26,543 empleados, sería interesante saber el número total de jueces y sus sueldos para calcular el monto anual si tributaran ganancias, ya que de antemano podemos afirmar que con un pequeño porcentaje del total (que incluiría a los jueces retirados que gozan de obscenas jubilaciones), sobraría para continuar sosteniendo el sueldo de los curas en argentina. Claro que los hombres de sotana incomodan más al gobierno que el Poder Judicial a pleno.
Una de las reivindicaciones de la Campaña Nacional por la Legalización del Aborto Seguro, Legal y Gratuito es que la Argentina sea un estado laico. Durante su ponencia en el Congreso, la abogada Mabel Gabarra expresó que “La laicidad es condición necesaria de la democracia”, un argumento de flagrante falsedad, porque la democracia argentina siempre ha coexistido con el estado confesional. La movida anticlerical incluye una Campaña de Apostasía Colectiva, que promueve renunciar al Credo a través del envío de una carta presentada en la diócesis a la que pertenece la parroquia donde uno haya sido bautizado, informando la decisión de dejar de pertenecer a la Iglesia Católica y exigiendo que se modifiquen los registros originales, pero la estrategia no termina ahí.
El mediático legislador cambiemita Fernando Iglesias, junto con el diputado Alejandro Echegaray, presentó el expediente 1418-D-2018 en el Congreso, que consta de apenas dos renglones en los que solicitan la derogación de los decretos leyes 21.540, 21.950, 22.162, 22.430 y 22.950. De acuerdo a los fundamentos del proyecto “La sociedad argentina debe afrontar con esfuerzo y austeridad las limitaciones impuestas por una situación económica marcada por un déficit fiscal y una presión tributaria muy altos, al mismo tiempo que debe atender demandas sociales urgentes. En este contexto por todos conocido, ¿es justo y razonable que el Gobierno Nacional utilice recursos provenientes del esfuerzo de todos los argentinos –católicos y no católicos- para afrontar las asignaciones en cuestión?” pero nada menciona de que Cambiemos es quien llevó a la Argentina al más tremendo desbarajuste económico y social de su historia, dejando el país endeudado en tiempo récord en miles de millones. Es más, para que los argentinos siquiera piensen en ese detalle, es que esta nueva obra maestra de la distracción saldrá a ocupar las calles y las primeras planas.
Jaimito y la Iglesia
En noviembre, de 2015, ante el ballotage, el Papa Francisco envió un mensaje al pueblo Argentino aconsejando que voten “a conciencia“. El guru ecuatoriano que guía el rumbo de Cambiemos salio con los tapones de punta a contestarle que “Nadie vota pensando en lo que piensa el Papa” porque “El Papa no mueve más de diez votos en un país“. En esa misma entrevista, Duran Barba habló del aborto, y advertido respecto a que se trata de una practica ilegal en nuestro país, muy decidido aseguró: “Lo vamos a cambiar“.
Pero respecto a la Iglesia, Duran Barba está equivocado. Si bien en su libro “La política en el siglo XXI: Arte, mito o ciencia“, que el gurú ecuatoriano escribió junto a su socio Santiago Nieto, asegura que “En algunos países la Iglesia católica ordenaba a los creyentes que votaran por el candidato de la jerarquía y los feligreses obedecían. Esto no ocurre más, como lo constatamos en México, el país más intensamente católico y laico de la región. En una encuesta posterior a la elección aplicada en 2012, cuando se averiguó cual había sido la influencia de la opinión de la Iglesia en su voto, solo el 1% de los electores dijo que lo había influido mucho, el 2% que lo influyó algo y el 91% que no influyó para nada“, en Argentina otra es la historia.
Según el estudio “Primera Encuesta sobre Creencias y Actitudes Religiosas en Argentina” realizado por CEIL CONICET, el 91,1% de los argentinos cree en Dios, el 76,5% se reconoce como católico, el 61,1% se relaciona con Dios “por su propia cuenta”, ya que solo el 23,8% de los católicos asisten frecuentemente a la Iglesia. Un dato llamativo es que el 78,3% reconoce que habitualmente reza en su casa y el 66,9% se considera un buen religioso sin asistir a la Iglesia. El dato clave de la publicación, es que la Iglesia Católica, a pesar de su triste papel en las épocas de dictadura, es la institución que mayor confianza despierta en la población argentina, por delante de los medios de comunicación, las fuerzas armadas, la policía, la justicia, las Iglesias Evangélicas, el Congreso, los sindicatos, y en último lugar, los partidos políticos.
Poner en agenda la problemática del Estado laico en este preciso momento responde a una estrategia de triple objetivo: responder al ajuste solicitado por el FMI, establecer un distractivo para que la gente no discuta el ajuste sin un acontecimiento social, como esta ruptura con la Iglesia (que es francamente intrascendente en los números fiscales) y finalmente, pero no menos importante, imponer una contienda política que podría dejar al kirchnerismo mal parado ante sectores mayoritarios de una sociedad que es mucho mas conservadora que los jóvenes movilizados por la ola verde, o negra, del progresismo urbano.
La forma en que Durán Barba atenta contra las figuras políticas, consiste en horadar su imagen, atomizando a sus seguidores y destruyendo segmento por segmento de su electorado. En el caso de CFK, al cambiar su histórica posición sobre el aborto, la fidelidad de muchos votantes kirchneristas podría verse defraudada, algo que el peronismo de derecha vería con buenos ojos, mientras sostiene públicamente una postura no militante respecto a la legalización.
Muchos ciudadanos votaron a CFK por considerarla religiosa y practicante, y por percibir en frases como “La Patria es el otro” una versión secular de valores cristianos como “Amar al prójimo“, algo que el ecuatoriano no pasó por alto en el mismo libro mencionado en esta nota, donde hace hincapié en la amistad de CFK con el Papa Francisco y su asistencia semanal a Misa.
Durán Barba maneja la estrategia política mejor que nadie del campo popular, y sabe que desde los tiempos de Tzun Su, el que conoce a su enemigo, elige el terreno y el momento de cada batalla, ya ganó.
El derecho adquirido a la evasión y elusión de impuestos está consagrado por La Excelentísima Corte Suprema de Justicia y La Constitución Nacional del Argentino Mediocre, que ostenta huevos para tirarse pañuelitos de colores pero jamás para revertir el trágico hecho de que el pan pague 50% de impuestos y las grandes fortunas el 0,25, exactamente a la inversa de lo que ocurre en los países desarrollados.