Luego de los resultados de las PASO y el derrumbe del peso y los activos locales, Fitch bajó la calificación de crédito de la Argentina de B- a CCC, equiparando nuestra situación a la de Zambia, Gambia y Congo, y a un paso de lo tres países peor calificados del mundo: Turkmenistan, Mozambique y Venezuela.
Luego de las elecciones primarias del pasado fin de semana, la calificadora de riesgo Fitch decidió reevaluar su perspectiva para Argentina. En julio, Moody’s ya había cambiado su perspectiva del país, de estable a negativa, mientras afirmaba su calificación de B2.
En esta oportunidad, la baja de las calificaciones obedece a una “elevada incertidumbre política después de las elecciones primarias del 11 de agosto, un endurecimiento severo de las condiciones financieras y un deterioro esperado en el entorno macroeconómico que aumenta la probabilidad de un incumplimiento soberano o una reestructuración de algún tipo“. De acuerdo a la calificadora, los resultados de las elecciones primarias denotan un posible riesgo de discontinuidad de la política local luego de las elecciones generales de octubre de 2019 y que ya provocaron un colapso en la confianza de los mercados, incluyendo una fuerte depreciación del peso y la ampliación de los diferenciales de la deuda soberana, lo que representa un gran revés para los esfuerzos de estabilización macroeconómica y las condiciones de financiamiento soberano.
Los resultados de las elecciones primarias apuntan a mayores posibilidades de un cambio en el gobierno ante la posible victoria de la actual oposición conformada por Alberto Fernández y la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner en las elecciones de octubre. En opinión de Fitch, este escenario aumenta los riesgos de una ruptura con la estrategia política de la administración actual de Mauricio Macri guiada por un programa con el FMI.
La calificadora indica que a lo largo de su campaña el candidato del Frente para Todos ha cuestionado elementos clave de la estrategia política actual y ha abogado por alguna forma de renegociación del programa del FMI, mientras que el historial de Cristina Fernández de Kirchner como presidenta entre 2007 y 2015 indica una inclinación similar, por lo que Fitch entiende que tanto los riesgos de solvencia como el financiamiento soberano han aumentado.